Por: Fernando Candeias
Cuando el destino está escrito con pluma de tinta uno sólo tiene que navegar en la música, naufragar en cada melodía y esperar que cada tono haga brillar las palabras que endulzan momentos inolvidables.
Los silencios son los descansos que la magia del sonido regala a la mente. Ahí se mezcla todo, El poder y la pasión que Phill Collins se encargó de hacer brillar; esa noche maravillosa que Eric Clapton transformó en canción; aquella balada de la cual un loco se apropió...
En ese viaje interminable, por suerte interminable, se puede ver cada latido, cada pestañeo, cada suspiro, cada fragancia y sobre todo... cada instante que luego, la vida, transforma en eterno.
Cuando el destino está escrito con pluma de tinta uno sólo tiene que navegar en la música, naufragar en cada melodía y esperar que cada tono haga brillar las palabras que endulzan momentos inolvidables.
Los silencios son los descansos que la magia del sonido regala a la mente. Ahí se mezcla todo, El poder y la pasión que Phill Collins se encargó de hacer brillar; esa noche maravillosa que Eric Clapton transformó en canción; aquella balada de la cual un loco se apropió...
En ese viaje interminable, por suerte interminable, se puede ver cada latido, cada pestañeo, cada suspiro, cada fragancia y sobre todo... cada instante que luego, la vida, transforma en eterno.
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