Por: Fernando Candeias
Vivió en Buenos Aires mucho tiempo aunque su lugar era Casilda, Santa Fé. Le dedicó más de 30 años al Hospital Finochietto, de Avellaneda. Allí fue enfermera del sector de neonatología. Soltera, sin hijos y con un corazón enorme.
Ilda Lorgna tiene 81 años, su mente guarda cada una de sus vivencias, las recuerda como si hubiesen pasado hace instantes. Desde las notas que se sacaba cuando cursó la carrera de enfermería en la Cruz Roja Argentina, hasta los nombres de sus compañeras de trabajo. “Todo esta guardado en la memoria”, como diría León Gieco en su poesía musical, La memoria.
Pasa cada día entre sus plantas, sus siestas y cada historia radial de los camioneros que recorren las rutas, en una región que se caracteriza por la producción agrícola, en la que predominan los cultivos de soja, trigo y maíz.
Su admiración la envuelve cuando cuenta, con orgullo, una experiencia que recordará por siempre: “Yo le dí el pésame a Perón, cuando falleció Evita”. Esa historia, real, digna de un libro, hace brillar los ojos de quienes la escuchan. “En representación de la Cruz Roja participamos, junto con mis compañeras y compañeros, del velorio de una mujer magnifica”, cuenta Ilda y su mirada se ilumina, “en ese ir y venir de gente llegué hasta la sala donde descansaban sus restos, me acerqué al General Perón y le di el pésame, estaba muy dolido”. "Evita realizó mucho por la salud y siempre cumplió con el hospital", cuenta orgullosa Ilda.
Se preocupa en cada momento por ser servicial. No puede dejar de hablar, de contar historias, anécdotas; la medicina la apasiona.
Taurina de raza, te entrega el corazón o “te hace la cruz”, sin matices. Cuida de sus margaritas con el mismo amor que cuidaba a esos “hijos” que la vida le prestaba por un rato, solo por un rato… pero que recordará por siempre.
Esas tardes de Casilda, ciudad de unos 33 mil habitantes, se llenan de recuerdos. Su casa, anteriormente fue de sus padres, está llena de fotos de sus sobrinos-nietos, sus hermanas y hermanos, alguna que otra de sus abuelos; muchos dibujos (con dedicatorias), peluches. Está sola, pero en realidad no lo está.
Ilda Lorgna tiene 81 años, su mente guarda cada una de sus vivencias, las recuerda como si hubiesen pasado hace instantes. Desde las notas que se sacaba cuando cursó la carrera de enfermería en la Cruz Roja Argentina, hasta los nombres de sus compañeras de trabajo. “Todo esta guardado en la memoria”, como diría León Gieco en su poesía musical, La memoria.
Pasa cada día entre sus plantas, sus siestas y cada historia radial de los camioneros que recorren las rutas, en una región que se caracteriza por la producción agrícola, en la que predominan los cultivos de soja, trigo y maíz.
Su admiración la envuelve cuando cuenta, con orgullo, una experiencia que recordará por siempre: “Yo le dí el pésame a Perón, cuando falleció Evita”. Esa historia, real, digna de un libro, hace brillar los ojos de quienes la escuchan. “En representación de la Cruz Roja participamos, junto con mis compañeras y compañeros, del velorio de una mujer magnifica”, cuenta Ilda y su mirada se ilumina, “en ese ir y venir de gente llegué hasta la sala donde descansaban sus restos, me acerqué al General Perón y le di el pésame, estaba muy dolido”. "Evita realizó mucho por la salud y siempre cumplió con el hospital", cuenta orgullosa Ilda.
Se preocupa en cada momento por ser servicial. No puede dejar de hablar, de contar historias, anécdotas; la medicina la apasiona.
Taurina de raza, te entrega el corazón o “te hace la cruz”, sin matices. Cuida de sus margaritas con el mismo amor que cuidaba a esos “hijos” que la vida le prestaba por un rato, solo por un rato… pero que recordará por siempre.
Esas tardes de Casilda, ciudad de unos 33 mil habitantes, se llenan de recuerdos. Su casa, anteriormente fue de sus padres, está llena de fotos de sus sobrinos-nietos, sus hermanas y hermanos, alguna que otra de sus abuelos; muchos dibujos (con dedicatorias), peluches. Está sola, pero en realidad no lo está.
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