Por: Fernando Candeias
La soledad y el pensamiento se juntaron en una sala vacía, se miraron por un tiempo sin hablarse. El silencio era un testigo oculto de ese encuentro, se mantenía callado. Poco a poco, con el transcurrir de los minutos, el pensamiento se fue acercando a la soledad y juntos fueron intercambiando ideas, conceptos y vivencias.
Casi sin darse cuenta la soledad derramó una lágrima y el pensamiento le pregunto: "¿Por qué lloras? si dije algo que te haya molestado te pido perdón", inmediatamente ella contestó: "No tenes porque disculparte, sólo dijiste verdades y tus verdades me robaron una lágrima". El llanto se fue haciendo cada vez más notorio y variaba de acuerdo al curso que tomaba la conversación. Por momentos la angustia avasallaba a la soledad, por otros la alegría hacía que el llanto se transforme en emoción. El pensamiento sin querer (o queriendo) fue tocando puntos débiles de la soledad y ella no se pudo resistir, se entregó.
La soledad y el pensamiento se juntaron en una sala vacía, se miraron por un tiempo sin hablarse. El silencio era un testigo oculto de ese encuentro, se mantenía callado. Poco a poco, con el transcurrir de los minutos, el pensamiento se fue acercando a la soledad y juntos fueron intercambiando ideas, conceptos y vivencias.
Casi sin darse cuenta la soledad derramó una lágrima y el pensamiento le pregunto: "¿Por qué lloras? si dije algo que te haya molestado te pido perdón", inmediatamente ella contestó: "No tenes porque disculparte, sólo dijiste verdades y tus verdades me robaron una lágrima". El llanto se fue haciendo cada vez más notorio y variaba de acuerdo al curso que tomaba la conversación. Por momentos la angustia avasallaba a la soledad, por otros la alegría hacía que el llanto se transforme en emoción. El pensamiento sin querer (o queriendo) fue tocando puntos débiles de la soledad y ella no se pudo resistir, se entregó.
La sala vacía comenzaba a tener sonidos, pero no eran del silencio, él seguía observando, sin hablar. El (casi) monologo de el pensamiento se fue mezclando con un llanto cada vez más triste de la soledad que, en ese momento, sólo escuchaba atentamente. En un momento el pensamiento se quedó mudo, esperando que la soledad le responda, que le de una señal, pero la soledad había desaparecido y el pensamiento se quedó, sin saberlo, con el silencio... esperando una nueva cita.
Foto: khuasi (Flickr)
3 Comentarios:
Por el título parecían dos..pero entró a terciar..el silencio. Ese silencio que a veces une y a veces separa. Casi sin darse cuenta el silencio era dueño del pensamiento y de la soledad. Dejaba a uno y tomaba a otro. El sabía que sin él habría igual soledad...por eso el pensamiento se quedó solo con el silencio..esperando su oportunidad.
En la soledad, el pensamiento sabe descubrir las grandes verdades. A veces esas ocultas verdades que hacen que la soledad no esté más invitada, sino que se haga parte del diario vivir.
Interesante mezcla de sentimientos: tristeza, soledad, silencio, alegria, etc.
El silencio, la soledad y el pensamiento siempre actuan juntos. En la soledad siempre hay silencio y con el silencio siempre hay pensamiento. Es un ciclo, el uno no vive sin el otro.
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