Cuando uno es chico le explican que la imagen que reflejan los espejos es veraz y uno crece confiando en que eso es así. Es una convicción muy fuerte. Pero ocurre que a veces los fabricantes, por impericia o maldad, hacen espejos que deforman la realidad, que devuelven otra imagen. Si uno es morocho se ve rubio o viceversa. Y uno, que ha vivido una morocha vida durante tantos años, entre amigos morochos y de familia morocha, se rubio en el espejo y empieza a asumir rubias conductas. Tenemos una visión distorsionada del mundo. Yo creo que ha llegado el momento de desconfiar del espejo. Y de pensar que a lo mejor, los fabricantes tienen intereses inconfesables que nosotros no conocemos. Entonces lo mejor sería, más que mirar el espejo, preguntarle al de al lado, que también es morocho y que vive como nosotros, a ver cómo nos ve, qué le pasa, qué siente. Y mirar entonces más la realidad y menos su espejo. Hoy parecen pesar más los espejos de la realidad que la realidad misma.
Alejandro Dolina a la Revista Pronto 3 de febrero de 2010
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