
Es cierto que el fútbol no se gana con merecimientos. Dante Panzeri lo definió, alguna vez, como la dinámica de lo impensado y hoy, en la previa, nos costaba imaginarnos afuera del mundial. Nos habían llenado la panza de ilusiones.
Ya habrá tiempo para replantear cosas, para analizar la derrota, para celebrar aquello que se hizo bien y modificar lo que se hizo mal. Hoy no es el día más indicado para hacerlo.
Dolió la derrota 4 a 0, fue un golpe de Knock Out al sueño, a las ansias de campeón. Daba la sensación que esta Copa del Mundo iba y debía ser para Argentina, había argumentos para ello. El equipo se fue encontrando y haciendo, partido a partido. Se consiguió un puntaje ideal en fase de grupos; una victoria interesante contra México, pero otra vez Alemania fue verdugo de Argentina, como en el 90 y como en 2006, hasta acá llegó la ilusión.
No es el momento para hacer leña del árbol caído, habrá que mirar hacia adelante y darle continuidad a una filosofía futbolística. Desde la Copa América de 1993 el seleccionado argentino no consigue un triunfo en torneos de relevancia (quitamos los JJOO de 2004 y 2008 donde se logró la medalla de oro), pasaron 24 años de la última Copa del Mundo ganada y pasarán cuatro años más hasta Brasil 2014.
Nos quedamos con las ganas de ver a un Messi en plenitud; a un Maradona (Director Técnico) besando la copa y a una Argentina feliz. Es un momento triste, pero el fútbol da revancha, ojala llegue pronto.
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