La ley propuesta exhibe conceptos e ideas académicas con los cuales el acuerdo es indiscutible. Así, por ejemplo, la idea de generar mayor federalismo en la comunicación es muy buena. Sin embargo, la implementación que propone el proyecto que se está discutiendo es muy mala, y en los hechos llevará a la desaparición de muchos de los medios locales que no sean sostenidos por la publicidad oficial. Va de suyo el peligro que esto supone para la independencia de aquella emisora de radio o televisión local que esté atada a ese aporte.
Por todo esto es que el malísimo contexto político en el que se está llevando adelante el tratamiento de la ley impide a muchos legisladores, quienes honestamente apoyan la norma, tener una acabada comprensión de sus consecuencias prácticas.
Tampoco la mayoría de la sociedad aprecia la real dimensión de todo esto. Lo que sí es evidente es la guerra entre el Gobierno y Clarín. Y frente a esto, quienes la perciben, se han sentado a ver quién será el ganador. Lo triste de todo esto es que de una situación así no emergen ganadores sino sólo perdedores.
La ley ha puesto nuevamente en superficie a un país bipolar en el que se está con la ley o contra la ley; o se es de Kirchner o se es de Clarín. El absurdo es total. Esta es una falacia que cierra cualquier posibilidad de debate y discusión seria.
[Por: Nelson Castro para el Diario Perfil]
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