A los ocho o nueve años, la radio era mi mejor compañera.
Nunca más volví a tener esa clase de amistades invisibles que me visitaban desde fabulares distancias. La televisión nos arrancó los ojos de la imaginación, fue como un maligno trífido catódico. [...]
Las hinchadas forman parte de la aristocracia. Como en los prehistóricos clanes constituidos por el totemismo exogámico, formar parte de una hinchada es la auténtica patria que sobrevive a los tiempos.
No me simpatizan los Borrachos del tablón y mucho menos el populismo bostero. Ser hincha de un club grande y millonario no tiene recompensa. Es solamente facilismo triunfalista. Afortunadamente, desde San Martín, vamos a tener la oportunidad de ser testigos de ese resplandor legendario que regresa desde el pasado.
[Por: Enrique Symns para Revista Un Caño #17]
0 Comentarios:
Publicar un comentario