Por: Diego Sucalesca desde Pretoria
El día comenzó muy temprano, 5:45 para ser más exacto. Fane, el remisero Zulú, pasaría por nuestra posada a las 6:30 ya que la idea era recibir en el aeropuerto de Johannesburgo al seleccionado nacional, que llegaría 8:30. Todo lo primero ocurrió, esto último no. Es que el equipo de Maradona llegó a un sector especial del aeropuerto internacional de Sudáfrica (Team Terminal), especialmente destinado para el arribo de las distintas selecciones, al que solo se ingresa mediante la correspondiente autorización de la FIFA. Autorización que, a esta altura no hace falta aclarar, no tenía. Ante la imposibilidad de tener esa imagen y el temor de perder la de la llegada al High Performance Center (H.P.C.), de Pretoria, lugar elegido por el técnico del equipo para su estadía en Sudáfrica, encaramos raudamente la vuelta (previo empujón de dos personas de seguridad al auto japonés de la década del 80 que maneja Fane).
Una vez en el lugar, aguardamos a la selección junto al poco grupo de periodistas de radio y televisión, fotógrafos, algunos colegas brasileños y muchos chicos con banderitas de Sudáfrica y Argentina. Así llegó el equipo nacional y así, sin hablar con nadie, se instaló en Pretoria.
Un rato más tarde, a pocas cuadras de allí, cientos de jóvenes sudafricanos se juntaron para ver en pantalla gigante la definición del “Super 14”, algo así como la Liga de Campeones de Europa pero entre equipos provinciales de las ligas de Rugby de Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda. Estuve en presencia de una plaza repleta de chicos y chicas bebiendo cerveza, brandy con cola o cualquier otra cosa que cayera en el vaso, siempre, alentando a los Blue Bulls, el equipo local que finalmente ganaría el torneo. Una vez concluida la final todo fue alegría y fiesta, para quienes dejaron en claro que el deporte nacional por estos pagos es el Rugby y no el fútbol. Para quienes pasó inadvertido que una de las selecciones nacionales de fútbol con mayor número de figuras interplanetarias y con un técnico que convoca fanáticos en cualquier lugar de la tierra donde apoye su pie izquierdo, había llegado a su ciudad, nada menos que para disputar la próxima Copa del Mundo.
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